“Los Juegos del Hambre” y “El Peluca Milei”

Este fin de semana nos dejó dos éxitos taquilleros que en nada se relacionan pero en mucho se parecen.

El primero es una ficción que supera la realidad.

Se estrenó la quinta película de “Los Juegos del Hambre”. Una precuela de la exitosa saga en la cual cuenta cómo inició la historia del “Sinsajo”. Una trama de amor y rebeldía ambientada en un mundo postapocalíptico y retrofuturista. En el cual unas personas elegidas al azar, son obligadas a participar en una competencia, en donde deberán enfrentarse a muerte para el divertimiento de la clase alta que vota por sus favoritos viendo la competencia en directo por televisión.

Un asemejo de circo romano en donde en vez de gladiadores. Jóvenes, mujeres y niños deben matar o morir para llegar a la final y proclamarse como vencedores del reality.

El segundo es una realidad que supera la ficción.

Se estrenó Javier Milei como presidente electo de Argentina. Una secuela de la fracasada sociedad bonaerense basada en una historia que cuenta cómo un país cansado de la corrupción, dio un salto al vacío y eligió como gobernante a una persona que hasta hace 2 años solo era conocida por decir disparates económicos en programas de televisión.

Una trama de rebeldía ambientada en un país preapocalíptico con un nuevo presidente que llena estadios rugiendo como león y gritando improperios al establecimiento. Un personaje principal que rompe todos los esquemas de un político tradicional, escupiendo ideas libertarias incoherentes y retrógradas, como las de volver a penalizar el aborto y abolir los derechos a comunidades LGBTIQ+.

A pesar de esto, se muestra como un soltero moderno que practica orgías sin importar el género, el sexo tántrico y la retención de la eyaculación como fuente de placer, autodenominándose “Vaca Mala”, porque no da leche.

Casi llegando al final del reality de su campaña, el cual fue transmitido en tiempo real por las redes para el divertimiento del pueblo. Encuentra el amor en una sexi y popular vedette de teatro. Una mujer exuberante de amplio escote y colágeno en los labios. Quien se convierte en el nuevo estereotipo de rubia siliconada que deberán seguir las primeras damas de las naciones latinoamericanas que pretendan copiar el libreto de esta exitosa historia.

Ambas “películas de realities” tienen un denominador en común. La intención de cautivar votos del público que consume los contenidos. La diferencia es que unos lo hacen con mensajes desde el celular. Los otros lo hacen en las urnas eligiendo influencers como sus gobernantes. Más allá de criticar la realidad o la ficción, es un fenómeno inquietante que nos debemos detener a estudiar.

“Corrupción a su justa proporción”

Era el año 1978 y el candidato a presidente de ese entonces, Julio César Turbay Ayala, lanzaría como promesa de campaña la expresión más cruda y cínica de la historia moderna de la ética política colombiana: “Debemos llevar la corrupción a su justa proporción”. Esta declaración testificó y normalizó un comportamiento ilegal, no solo en el ámbito político sino en la concepción de vida de nuestra sociedad.

Desde aquellos tiempos los colombianos nos adjudicamos el derecho individual de trazar con una regla imaginaria una línea ética de hasta dónde algo está bien o está mal, de lo que se puede o lo que no se puede hacer, de lo que es mío y lo que es de los demás. Una línea ética flexible que se corre y se tuerce según la necesidad, con la complicidad de las autoridades, de los amigos y hasta de la familia.

En Colombia tenemos una adicción a la corrupción. Los síntomas se evidencian en el día a día con comportamientos que parecieran inofensivos. Como volarse una fila de espera si se distrae el de adelante, “cuadrando” al del tránsito para evitar una multa, parqueando en lugares prohibidos o de discapacitados, saltándose el torniquete del Transmetro, entre muchos otros más que ya hacen parte de la cotidianidad. Pero estos comportamientos son el inicio de una enfermedad que termina normalizando actos delictivos que destruyen una sociedad.

Una enfermedad que se volvió crónica hasta el punto de sentir empatía por los corruptos. Sobretodo esos que tienen un prontuario de denuncias e investigaciones pero que cada 4 años son levantados en hombros y tratados como grandes doctores.

Ser político en nuestro país es para muchos ganarse la lotería. Para ganar, deben comprar varios billetes acaparando la mayor cantidad de personas dispuestas a vender sus tiquetes de conciencia. Pero afortunadamente ya no estamos en la era de Turbay, son menos los que se doblegan frente a la imagen del patrón de cuello blanco. Hoy en día el fenómeno es otro. El cinismo político ha evolucionado, ya no hay tanta devoción por los doctores de cuello blanco que solo compran conciencias con tejas, cemento o cupos para el colegio de los hijos.

Los nuevos políticos han modernizado su imagen para seguir cautivando, se visten de pueblo, ya no van a debates, les funciona mejor tocar guitarra, tambor, hablar con groserías que gustan a la prole, bailar en conciertos y caminar en tenis.

Cuando cayó un meteorito en Barranquilla

Hace dos años llegaron a mi agencia de publicidad dos mujeres excepcionales, Mónica Schraer y Francis Zylberblum, fundadoras de la Organización Social nu3. Tenían la necesidad de dar a conocer la colocación de la primera piedra de un complejo social que se construiría en el barrio Villas de San Pablo.

Ellas, en esa labor titánica de llevarle bienestar y progreso a los niños, madres adolescentes y abuelitos más necesitados, lograron que la Fundación Mario Santodomingo les donara un lote para construir un sueño intergaláctico para mejorar la vida de más de 20 mil familias.

Como todo proyecto social, cualquier peso que se gasta en publicidad es menos inversión en la gente. Entonces debíamos ser muy cuidadosos con la propuesta. No podíamos gastar en pauta por lo tanto debíamos apelar a algo que en el medio se conoce como “free press”. Es decir, lograr convertir un suceso en noticia para que los medios lo difundan sin tener que gastar en publicidad.

Es aquí cuando la creatividad debe brillar. Porque posicionar una marca es fácil cuando hay grandes presupuestos. Pero hacerlo orgánicamente es un reto que solo las buenas ideas y una ejecución impecable pueden lograr.

Con mi equipo, decidimos ser atrevidos y arriesgarnos proponiendo una estrategia de marketing disruptivo. Sembramos los ingredientes de una historia que solo podía funcionar en una región en donde la realidad es mágica y la mamadera de gallo hace parte de la identidad cultural.

Diseñamos una serie de sucesos meticulosamente planeados, desde la selección de la piedra que pareciese un meteorito, la pintura y unos jeroglíficos, la preparación del terreno, el traslado con grúa mientras todos dormían, un incendio controlado con la ayuda de bomberos, el sobrevuelo de un helicóptero con la colaboración de la policía, dos actores simulando ser agentes de “Archivos X” versión criolla. Y la escogencia de una fecha para la aparición de la piedra en la que todos los periodistas nacionales estaban presentes por un partido de la eliminatoria de la selección Colombia.

Fueron los ingredientes para que convirtiéramos el “Meteorito de Barranquilla” en fenómeno viral y en la estrategia publicitaria más premiada en la historia del caribe colombiano.

Hoy después de dos años Mónica y Francis me vuelven a citar para inaugurar este sueño y aunque muchas galaxias se hayan descubierto desde ese entonces. Estaré gustoso de seguir aportando mis ideas y las de mi equipo en favor de proyectos tan nobles y de verdadera transformación social como son los de la Organización Social nu3.

La Reforma Laboral de Shakira

En su más reciente canción la colombiana más influyente del mundo siguió con su estilo magistral de hacer denuncia social moviendo las caderas y cantando letras que desahogan un grito mudo de millones de trabajadores esclavizados. Además de destilar veneno personal con crudeza creativa pero que tanto le ha servido para facturar.

Más allá de la primicia musical, vale la pena destacar que una artista nuestra sea capaz de poner el dedo en la llaga y levantar ampollas sociales en un ambiente musical plagado de tendencias que nada aportan a la construcción de una sociedad.

Ser taquilleros tratando temas trascendentales es un desafío que solo pueden lograr los que son artistas, los demás son cantantes. Ser artista es entender la responsabilidad del papel que cumplen en una sociedad y Shakira con su actuar nos demuestra su esencia de ser humano ejemplar. En sus canciones nos ha enseñado la importancia de educarse, de cuestionarnos por las desigualdades sociales, la corrupción, la soledad que deprime a los jóvenes. Y en los últimos lanzamientos, a empoderar a las mujeres.

Con “El Jefe”, utiliza una narrativa moderna en un lenguaje coloquial con insultos que más allá de ser malas palabras evidencian rebeldía. Pero en su esencia hace un evidente llamado a reclamar los derechos igualitarios para los trabajadores inmigrantes. Si bien el contexto de la canción y el video representa las injusticias que existen en países desarrollados, aplica para nuestras sociedades que todavía practican dinámicas laborales propias del feudalismo.

Con una crítica directa, representando en la canción a jefes explotadores que disfrutan mientras sus empleados trabajan como reclutas. Shakira y Fuerza Regida nos dramatizan los derechos fundamentales de los trabajadores más vulnerados, de los cuales la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en una reciente publicación denuncia recogiendo 3 cifras alarmantes.

  1. 50 millones de personas en el mundo son víctimas de esclavitud moderna. 1 de cada 4 víctimas son un niño o una niña
  2. Las mujeres ganan un 23 por ciento menos que los hombres en las mismas funciones
  3. Más del 40% de la población mundial viven en países que no tienen convenciones para permitir la libertad de asociación y negociación colectiva (Sindicatos)

Reflexiones que repercuten en la actualidad nacional frente a una inminente reforma laboral que busca mejorar los derechos de los trabajadores en medio de una discusión sobre el impacto que tendría en la productividad.

El Relevo Generacional en Política

El relevo generacional es la forma natural de darle continuidad a los procesos. Y para explicarlo voy a tomar como ejemplo el atletismo, en especial la carrera de postas o relevo.

En el equipo de relevo participan varios deportistas y cada uno debe estar preparado para cumplir con su objetivo en el momento que le toca. Cuando comienza la carrera, uno a uno los corredores deben hacer su mejor esfuerzo. Y el momento clave, el más importante, es saber cuándo éste, ya cansado, debe entregarle el testigo o barra de relevo al próximo corredor, ese que está preparado, con el tanque lleno, listo para seguir la carrera y llegar a la meta.

En Colombia, ahora si, hablando de política, necesitamos a los nuevos corredores, no podemos pasarle el testigo a esos que ya llevan corriendo toda una vida en la misma carrera. ¿Mal o bien? Eso lo juzga la sociedad y la justicia, pero más allá de todo, esos que quieren seguir en la correría después de haberlo hecho durante tantos años. Ya lucen cansados y con ideas desgastadas, porque el tiempo de correr ya se les pasó. Si no renovamos, si no le pasamos esa posta a nuevos liderazgos, que traigan el tanque lleno de energía, con una visión clara de seguir corriendo hacia adelante, no vamos a llegar a la meta. Y la meta es el bienestar de la gente, el impulso al desarrollo de los departamentos y ciudades, con innovación, con la construcción de un futuro en el que las nuevas generaciones tendrán que vivir y seguir construyendo.

Ser gobernante hoy en día exige no solo sabiduría sino también mucha energía. Se debe tener visión, claridad mental y la capacidad de armar equipos de trabajo que ayuden a tomar decisiones adecuadas rápidas y efectivas. La imagen del viejo político tradicional lleno de experiencia que todo lo sabe debería inquietarnos. Porque el mundo  no es el mismo de hace 10 años atrás. Por lo tanto las decisiones de planificación e inversión no pueden tomarse bajo los mismos parámetros de antes. Se necesita entender de nuevas energías, de nuevas dinámicas de empleo, de nuevos modelos educativos, de nuevos motores de desarrollo económico basados en tecnología e innovación.

El viejo político tradicional debería ser un opinador de lo trascendental. Pero dejarle la ejecución a los nuevos liderazgos, para que puedan gobernar con visión de futuro a las nuevas generaciones. Es la única forma de seguir en la carrera del progreso. Ya es hora de que le demos esa posta a nuevos corredores.

El malecón, Jairo y la ambulancia que no llegó.

Hace un año Jairo Giraldo Vizcaíno madrugó a trotar por el malecón del río como lo hacía casi todas las mañanas. Después de calentar las piernas marcó la meta de distancia en su reloj y comenzó ligero el trote. El pelotón estaba uniforme, pero a medida que los minutos pasaban el grupo se fue distanciando. Me dicen que llegó a manifestarle a una compañera que no se sentía “al 100”,  pero los que corren saben que en los primeros pasos siempre aparece uno que otro dolorcito hasta que el cuerpo coge ritmo y luego la adrenalina los lleva hasta donde las piernas aguanten.

Quiero pensar que Jairo siguió adelante distraído pensando en Sofía, su hija mayor, una prodigio de la música graduada con honores, quien unos días atrás lo había emocionado con un solo de canto lírico. Y en Pipe, el más pequeño en edad pero el más grande en tamaño y corazón, ese que lo mantenía orgulloso por su creatividad e inteligencia sorprendente.

Cuando llevaba unos 8 kilómetros ya estaba de regreso, pasando por el costado del pabellón de cristal algo lo hizo bajar el ritmo. Los que venían atrás, que no eran de su grupo, lo vieron caer al suelo. Lo trataron como una descompensación y le subieron las piernas para mejorarle la circulación.

Pasaban los segundos, los minutos y Jairo no reaccionaba. Una compañera lo reconoció y junto a un médico que de casualidad estaba en el pelotón comenzaron a hacerle reanimación. “¡¡Una ambulancia urgente!!” gritó el médico. Y aquí comenzó el viacrucis de Jairo. En los 5 kilómetros del parque recreativo y deportivo del Gran Malecón del Río no había ambulancia ni equipos de reanimación. Después de casi media hora de espera lo montaron a la brava en el plató de una camioneta y lo llevaron hasta la clínica más cercana.

Jairo estuvo un par de semanas en coma luchando con un respirador. Uno de los momentos más dolorosos de mi vida fue visitarlo. Me decían “háblale qué tal vez escucha”. Hice mi mejor esfuerzo pero ver a mi amigo, a ese hermano que te regala la vida en ese estado me partió el alma en dos. Atragantado de dolor le hablé, de él, de nosotros, de sus hijos, de Jacqueline su primer amor y de Margarita su nueva ilusión. Y le hice las promesas que uno solo le puede hacer a quien verdaderamente quiere.

Pero como en todas las carreras, todos tienen su tiempo y hay alguien que llega primero a la meta, en esta Jairo nos ganó. Ya ha pasado un año de dolor y resiliencia, pero no puedo dejar de pensar en cual hubiese sido el final de esta historia si una ambulancia hubiese estado disponible en el Gran Malecón.

La güachafita en las registradurías.

Aunque no estemos en febrero y tampoco mañana será miércoles de cenizas, el viernes pasado comenzó el carnaval político en la región caribe de la costa caribe colombiana. Por las calles de las ciudades y municipios desfilaron las comitivas de cada aspirante a reinar en estas festividades. Patrocinando comitivas de miles de disfrazados de consciencia e inconsciencia, los candidatos a la corte ‘politicarnavalera’ se tomaron las vías sin ley ni orden para medir fuerzas frente a sus adversarios.

Sin lugar a dudas, para admirar semejante espectáculo, el palco de honor estuvo en las Registardurías. Allí fueron llegando una tras otra las comparsas con sus postulados haciendo su show de presentación.

Muy temprano, amparados en el adagio popular “Al que madruga Dios le ayuda” llegaron los portadores de la tradición. Luego de encomendarle sus ideas al supremo, exhibiendo en sus manos el programa de gobierno como si fuera un bebé rumbo a la piedra bautismal. Con los pendientes absueltos por la comunión desfilaron directamente hasta el palco del registrador, mostrando nuevos disfraces, pero bailando la misma coreografía y la misma canción.

Hubo otros que en su puesta en escena apostaron por nuevos compases. Con nuevas coreografías y disfraces presentaron sus ideas para una fiesta que según ellos debe avanzar y no retroceder. Las nuevas comparsas reclaman espacio y solicitan a las viejas monarquías dar un paso al costado para poder evolucionar una fiesta para el pueblo con nuevos liderazgos.

Y también estuvieron los que se saltaron la ostia y pasaron directamente a calentar la garganta con un trago de desazón. Con la tusa porque el patrocinador principal, el mismo que había prometido que este año la fiesta iba a estar mejor, les quedó mal a última hora. Y no tuvieron otra que ponerse el disfraz raído de carnavales pasados, improvisar una danza y desfilar hasta el palco armando güachafita, gritando su despecho y destilando improperios con razón y ron.

La inscripción de candidatos políticos en las oficinas de la Registraduría Nacional es un evento salido de todo contexto moderno. Es decir, cualquier aspirante que cuente con aval para postular su nombre podría desde la comodidad y tranquilidad de su casa entrar a la página web oficial y realizar el trámite. Pero en nuestra comarca por más que queramos evolucionar la forma de hacer las cosas, las tradiciones aún pesan y obligan incluso a los más vanguardistas, subyugarse a la necesidad de unirse al show de poder. Esperemos que en los 3 meses que quedan podamos despojarnos de viejas costumbres y entrar en la era de la modernidad política donde prime el voto de opinión y no el de tradición.

Tupananchiskama

Con ésta palabra me despidieron en una reciente visita turística a las ruinas de Machu Picchu, que en lengua Quechua significa “Hasta que nos volvamos a encontrar”. Una expresión que se ha convertido en la filosofía de una industria que le aporta más del 5% al PIB y genera aproximadamente 3 millones de empleos entre formales e informales al Perú.

El descubrimiento de la “Montaña Vieja”, traducción al castellano de Machu Picchu, se lo atribuyó un gringo de la Universidad de Yale llamado Hiram Bingham en el año 1911. Pero la verdad, esta joya Inca era ya ampliamente conocida por indígenas que habitaban la montaña, simplemente no habían tenido el interés de profanar una ciudad sagrada para sus antepasados quemándola para librarla de la maleza que la escondía y mucho menos robarse sus tesoros. Bingham quien inspiró al director Steven Spielberg para crear su personaje Indiana Jones, no era nada diferente a un “güaquero” elegante que buscaba el oro Inca y lo encontró.

Lo que para Bingham fueron meses de camino desde la ciudad de Cusco, a lomo de caballo desafiando alturas que sobrepasan los 4 mil metros. Hoy el gobierno peruano de la mano de la empresa privada, lo ha convertido en un recorrido de 4 horas en tren, con precios que inician desde los 80 dólares ida y vuelta, hasta 1000 dólares (4 millones y pico de pesos) que pagan los turistas más acomodados por disfrutar del paisaje en un vagón de lujo con vidrios panorámicos.

Todo esta bonanza de más de 3 mil turistas diarios que llegan hasta la montaña sagrada, fue a “desgracias” de un gringo que si bien robó patrimonio nacional, al mostrar su hazaña con fotografías e historias fantásticas, despertó el interés de científicos que llevaron a declarar a Machu Picchu una de las 7 maravillas del mundo moderno. Esta historia de profanación al menos los peruanos la han sabido aprovechar para mover la economía de su país atrayendo dólares que se quedan gran parte en los bolsillos de los empresarios, pero también ayuda a subsistir a miles de lugareños que venden sus artesanías a los visitantes.

Mientras disfrutaba desde la comodidad del vagón los paisajes de verdes montañas con ríos cristalinos y picos nevados. No dejaba de pensar en nuestra Ciudad Perdida de la Sierra Nevada de Santa Marta. ¿Será que nuestra “desgracia” fue que la saquearon los güaqueros criollos en vez de un connotado “Indiana Jones”?. Nuestras joyas arqueológicas nada tienen que envidiarle a las de Perú, pero mientras no invirtamos en un turismo sostenible y respetuoso de nuestra cultura ancestral, seguiremos a lomo de caballo sin conocer, sin mostrar, sin vender.

Los #VickyLeaks y el rigor periodístico.

Las universidades cuando forman a los profesionales tienen una materia transversal que se llama “Ética”. En periodismo esa materia trasmuta a otra que se llama “Ética Periodística” que no es otra cosa que anteponer los principios morales antes de publicar una información. Aunque cada academia tiene su material educativo, no existe un método único o universal ya que el ejercicio de escribir un texto o tomar una imagen es necesariamente un proceso creativo y al ser creado por una persona sintiente y pensante, pierde objetividad y se contamina de apreciaciones e interpretaciones completamente subjetivas.

He aquí el gran dilema del periodismo, los que escriben las noticias son seres humanos que tienen miedos, pasiones, inseguridades y sobretodo, una naturaleza imperiosa de ser famosos. En mi opinión, un periodista no debería firmar una noticia. Y con esto no pretendo desacreditar el arduo trabajo de los colegas, sino dignificar la profesión. Una noticia publicada debe ser producto del ejercicio de un equipo de trabajo. En la medida que diferentes ópticas aporten a la construcción del mensaje, estaremos acercándonos a una versión más objetiva. El tener “más likes” o “comments” no puede ser una excusa para saltarse la reglas éticas. Una de las cuales reza que ninguna noticia debería ser publicada si no se tienen 3 fuentes acreditadas que concuerden.

Por otro lado como lectores, si decidimos creer, deberíamos hacerlo al medio que lo publica, porque en la medida en que ese medio sea estructurado, tendremos al menos algo de confianza en que se cumplió un rigor periodístico antes de que la noticia sea difundida.

Ahora, si un periodista quiere ser famoso por lo que dice, debería trazar una raya bien notoria para el lector entre lo que es una noticia o una opinión personal. En la era del Twitter los periodistas se han visto volcados a desafiar el algoritmo buscando viralidad entre las audiencias y como dice la gran filósofa española de la ética moderna Adela Cortina: “Vivimos en una era en donde la ética, es cosmética”. No les importa que la noticia sea, sino que parezca.

En las redes sociales vemos a periodistas que se saltan el rigor, le dan credibilidad a cualquier idiota con iniciativa y amplifican el mensaje potenciado en los miles y millones de seguidores que convierten una mentira a medias en una verdad completa.

Vivimos en una generación de información tóxica en donde la responsabilidad de creer o no creer en lo que leemos o vemos debe ser nuestra. Tengamos nuestro propio rigor ético antes de comentar o compartir. Y esta es una lección que no solo los periodistas debemos aprender, también influencers, políticos y hasta presidentes.

Cuando el río suena, “Arena” lleva…

Entre tantas leyendas del Río Magdalena, la que más me resuena en estos días es la creencia popular de que el río habla, solo hay que saberlo escuchar.

Hoy me pregunto si quizás a los organizadores del mega-proyecto “Arena del Río” les faltó saber escuchar una ciudad que acababa de inaugurar “Puerta de Oro”. Que tuvo que comenzar operaciones sin tener el edificio listo y lucha para lograr punto de equilibrio. Incluso recurriendo a alquilar el lote de la segunda etapa que ya debería estar construida, como  parqueadero a cielo abierto y “arena” improvisada para conciertos.

Cuando hablaban de atraer visitantes, tal vez no supieron escuchar el crujido de las viejas bandas que transportan el equipaje de los turistas en un aeropuerto maquillado, de paredes falsas y túneles de pasajeros hechos con andamios en etapa de construcción temporal, que ya parece permanente.

Cuando hablaban de Industrias Creativas, tal vez no escucharon las súplicas de las asociaciones culturales que imploran ayuda para sostener sus presentaciones artísticas, tratando de venderle boletas a un público que entiende por evento cultural, un concierto musical con venta de licor.

Cuando hablaban de múltiples deportes, tal vez no escucharon el silencio en las tribunas de los polideportivos con grandes deportistas que se esfuerzan para entrenar y para comer, viendo que el único deporte que llena estadios es el fútbol y a veces el basquet.

Cuando hablaron de 4 puertos para cruceros, tal vez no escucharon el ruido de los barcos que a cada rato inhabilitan el transporte fluvial, encayándose en bancos de sedimentos que no se dragan adecuadamente.

Porque cuando hablaban de una “arena” multipropósito con una tribuna que se convierte en pantalla, un gramado retráctil que se guarda bajo tierra, super tarimas tecnológicas, estudios de cine y de hoteles cinco estrellas adosados al gran edificio. Tal vez lo hicieron con un admirable volumen de pasión, tan fuerte que no los dejó escuchar.

Uno de los socios más visibles del proyecto es Edgar Rentería y me duele mucho cómo debe estar sintiéndose. Él, que es de pocas palabras, con “Arena del Río” las soltó todas lleno de entusiasmo. Porque nadie mejor que él, quien creció cerca al río, puede hablar sobre soñar en grande. Pero en esta ocasión para Edgar no fue un hit, fue un strike. Espero que no renuncie a seguir queriendo darle lo mejor a la ciudad. Porque más allá de la coyuntura económica, las altas tasas de interés, la devaluación del peso y el aumento de la inflación.  Tal vez, este sueño necesita ser aterrizado porque estaba tan alto que era inalcanzable.