Universitarios en peligro de extinción

Todavía recuerdo cuando una compañera de universidad quien hoy es una gran profesional de la comunicación, en aquel entonces lloraba desconsolada porque había reprobado el examen final de revelado fotográfico. Sus intenciones de pasar el semestre parecían frustrarse por no lograr mezclar adecuadamente unos químicos bajo una luz roja del laboratorio de la universidad. Mientras tanto, del otro lado del mundo los medios de comunicación ya utilizaban las novedosas cámaras digitales.

Todos sabíamos lo que se venía, pero la universidad insistía en calificar y reprobar a un estudiante por no lograr una alquimia fotográfica que para nada le iba a servir en su futuro profesional.

Algo parecido está sucediendo hoy en las aulas universitarias. Los estudiantes y profesores se preguntan la necesidad de cursar materias que les exigen aprender a hacer procesos repetitivos, computar datos para sacar probabilidades, pintar gráficas tediosas, redactar informes y hacer cálculos matemáticos larguísimos que toman tiempo y sacan canas. Cuando podrían lograr un resultado más certero con una sola petición hablada a la Inteligencia Artificial.

El reto para la formación de los actuales y futuros universitarios comienza por entender que las reglas del juego cambiaron. Por ejemplo para los profesores, tal como está planteado el actual sistema académico, les será prácticamente imposible verificar si un estudiante cumplió con una tarea utilizando su conocimiento adquirido o utilizó una IA para hacer trampa. Mientras muchos representantes de la academia centran su discurso en encontrar la forma de detectar y prohibir el uso de la IA en el aula universitaria. En un futuro cercano, no usar las IA, será tan anacrónico como pedirle hoy a un estudiante de ingeniería que no use la calculadora.

Ahora más que nunca se necesita replantear la manera de enseñar, en donde debe primar una formación con un enfoque humanista en todas las áreas del conocimiento. La capacidad de saber si un estudiante aprende correctamente ya no será el resultado de la calificación de un examen. El estudiante deberá ser formado menos en hacer y más en pensar, sustentado en valores éticos que le permitan entender que las IA llegaron para potenciar el pensamiento y no para reemplazarlo.

Las universidades están llamadas a transformar su pénsum académico. Hay carreras que hoy se enseñan que están destinadas a desaparecer si no se reorienta su enfoque profesional.  Por ejemplo, se habla de una nueva carrera que será la dominante en un futuro cercano, la “Ingeniería de Peticiones”, que es algo así como aprender a pensar las peticiones correctas a las IA para obtener los resultados adecuados.

Ser conscientes, responsables y honestos nunca había sido tan importante para profesores y estudiantes. Porque los que están utilizando la IA no para potenciar su forma de pensar, sino para ganar un examen o reemplazar un trabajo, se están engañando a si mismos y seguramente son universitarios que están cursando carreras en peligro de extinción.

Sexo en el Metaverso

Esta semana discutía con una compañera de aventuras creativas sobre las experiencias del metaverso y me recordaba una escena de la película futurista “El Demoledor”, estrenada en 1993, donde en un supuesto año 2032 la protagonista (Sandra Bullock) invita a un viajero en el tiempo (Silvester Stallone) a tener sexo. Éste, emocionado salta al sofá, alista su virilidad y vaya sorpresa cuando su pretendiente le entrega un casco que le lleva a la mente imágenes virtuales de su supuesto intercambio sexual. Como es evidente para cualquier amante de 1993 (y del 2023), rechazó el casco argumentando que no concebía una relación sexual sin poder besarla, tocarla, y por supuesto, de aquello también. El personaje de Bullock salta despavorido como si en el futuro poder sentir la cercanía de un cuerpo a otro fuera asquerosamente inconcebible. Así leían el futuro hace 30 años. Hoy en día, los avances en las tecnologías de sensores hápticos y los desarrollos del metaverso parecieran estar cada vez más cerca de poder brindar este tipo de experiencias. La industria del porno ya está en etapa de pruebas de dispositivos que estimulan las partes nobles, que acompañados de un casco de realidad virtual, pueden controlar a su avatar mientras se revuelcan con otro en un catre imaginario.

Muchos futurólogos aseguran que en muy pocos años ésta será la forma más común de tener relaciones sexuales.  En principio argumentan considerables razones de salud pública, pero también porque quieren venderse como conferencistas pitonisos de la era digital. Después de leer varios artículos, recuerdo que estos mismos futurólogos fueron los que nos aterrorizaron diciéndonos que nunca más dejaríamos el tapabocas, que los eventos masivos presenciales iban a desaparecer y que la industria del turismo iba a quebrar. Ojalá pudiese viajar al pasado y en mitad de sus millonarias conferencias, mostrarles un par de fotos de los carnavales de Barranquilla 2023. Quizás le hubiese ahorrado a la humanidad incontables suicidios por causa de depresión.

Es verdad que el mundo cambió, la pandemia nos volvió híbridos, nos enseñó una nueva forma de interactuar, trabajar y entretenernos. Pero somos seres sociales que necesitamos interactuar frente a frente, y en la pareja tocarnos, abrazarnos, besarnos y de aquello también, para simplemente tener una razón para vivir.

Seguramente vendrán nuevos desafíos, pero sabremos encontrar la manera de seguir siendo humanos. El metaverso y el sexo virtual serán un gran negocio de entretenimiento. Pero nunca existirá aparato que suplante la sublime experiencia de sentir que uno está dentro del otro, intercambiando mucho más que “unos y ceros”.